viernes, 26 de febrero de 2010

La voz del Pastor

"Ya les dije un día la comparación sencilla del campesino: «Monseñor, cuando uno mete la mano en una olla de agua con sal, si la mano está sana no le sucede nada; pero si tiene una heridita ¡ay! ahí le duele». La Iglesia es la sal del mundo y naturalmente que donde hay heridas tiene que arder esa sal" (Homilía 29 de mayo de 1977, I-II p. 74).

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