sábado, 13 de marzo de 2010

¿Qué culpa tiene el sol de encontrar, su luz purísima, charcos, estiércol, basura en la tierra? Tiene que iluminarlo, si no, no sería sol, no sería luz, no descubriría lo feo, lo horrible que existe en la tierra; así como también ilumina la belleza de las flores y le da el encanto a la naturaleza. La palabra de Dios también, hermanos, por una parte ilumina lo horrible, lo feo, lo injusto de la tierra y alienta el corazón bueno, los corazones que, gracias a Dios, abundan 
(Monseñor Romero Homilía 4 de diciembre de 1977, III p. 20).

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