sábado, 22 de junio de 2013

Mi maestra, mi mamá!

Me acostumbre a verla en el desayuno hacer panes con lo que fuera: frijoles, queso, crema, jamón...  mientras ella comía... , llevaba, no se,seis, ocho, cuatro... yo sin preguntar siempre supe que eran para sus niños, los que solo ella sabia que llegaban a la escuela sin desayunar...
Era normal oírla hablar con las mamas de los compañeros de mis hermanos al final del año para pedirles los zapatos, camisas y pantalones de sus hijos... para llevarlos el año siguiente y darlos a los niños que no tenían uniforme... La oí muchas veces llamar a sus hermanos o amigos para pedirle que le ayudaran con los útiles de algún muchacho, a nosotros no nos permitía botar los colores, los bolsones o cuadernos que tenían aun paginas limpias... ella sabia que el año siguiente tendrían dueño...
Los almuerzos solían ser su desahogo de la frustración que le causaba escuchar o enterarse a través de las lágrimas, de los maltratos, penas, pobreza y miedo de sus niños... yo la vi sufrir la impotencia ante las injusticias del maltrato de un papá borracho, del trabajo duro después de clases, de saber una mente brillante desperdiciada por la condición de pobreza de una familia...
Se que cada día antes de iniciar las clases se encomendaba al Espíritu Santo para que no le permitiera ofender a alguno de sus alumnos, tratarlos con dignidad y poder enseñarles algo que les sirviera para la vida, porque siempre fue consiente que la materia prima de su trabajo eran personas y que una palabra o un gesto suyo podían marcar a un ser humano para siempre...
Supe de su preocupación diaria por enseñar valores antes que el uso de métodos anticonceptivos, por inculcar respeto a cada persona antes que conocimiento, por enseñar el uso práctico de hacer cuentas antes que las tablas... iba siempre mas allá de lo requerido en los programas educativos: pegar botones, hacer ruedos, clavar, cocinar...
Recibió cartas desde la cárcel, desde el cuartel, saludos desde otros países... y aun hoy, es frecuente que alguna persona, de cualquier condición social, la detenga para darle un abrazo y presentarle a sus hijos... asunto que le causa mucha alegría!
Se que como ella hay muchos maestros que viven su vocación y la responsabilidad de formar generaciones con la seriedad de quien sabe que tiene en sus manos el futuro del mundo, que sin demagogia o alardes y desde en el anonimato de un salón de clases, dejan su vida mientras enseñan a vivir! 



No hay comentarios:

Publicar un comentario